miércoles, 13 de mayo de 2009

El Amor en los Tiempos de la Influenza 2

Libertad condicional. Podemos andar donde nos plazca. Sin embargo el tabú persiste. No importa donde vayamos, simplemente si nos ven de la mano, los demás se escandalizan. Si nos besamos, nos linchan. No me importa. Pues tus besos son la única vacuna realmente eficaz contra la influenza y el virus de la melancolia. Estoy dispuesta a regresar al encierro, mientras tú seas mi compañero de celda. Mientras seas el único rostro humano que vea. Mientras podamos compartir el mismo aire. Creo que he estado enferma de otra cosa desde hace mucho, pues has infectado cada fibra de mi ser, cada célula, cada pensamiento. La influenza, ni cosquillas.

martes, 5 de mayo de 2009

El amor en los tiempos de la Influenza

El claustro no es buen lugar para el amor, por lo menos, estando sin la persona amada, que también esta encarcelada, a unas cuantas celdas de distancia. Esta es la cárcel de la paranoia, que construyeron miles de idiotas, que aparentemente, buscaban una excusa para no asistir al trabajo después de haber cometido un error de proporciones gigantescas. De la noche a la mañana, se prohibieron los besos, las caricias, los abrazos. Decian que la gente podia morir si se permitía cualquier contacto físico. En realidad, estaban muriendo sin esa transfusión de calor que brinda la piel del otro. Pusieron un sin fin de cosas en las celdas..... libros, televisiones con sistemas de television, películas.. todo para que la gente no se aburriera....Error. Si no era sobre desastres, la gente solo se enteraba de mas romance, mas besos apasionados, mas encuentros inesperados, mas amor por repartir. La gente se inquietó mas, empezaron a presentar fiebre, dolor; ¿señales de contagio? No, simplemente señal de abstinencia. Pues cuando las sustancias que produce la sensacion del enamoramiento dejan de producirse, sólo queda la paranoia de morir en soledad.