lunes, 5 de mayo de 2008

Blah blah blah

Sentía que nadie me escuchaba. Desde que era pequeño y empece a emitir mis primeros sonidos, veía como la gente se me acercaba con curiosidad ante mi extraño lenguaje, y después de unos minutos de aparente charla, se iban , unos satisfechos, otros frustrados pues jamás pudieron saber con seguridad que tanto les pedía. Ni mis propios padres atinaban a mis deseos, y terminaron, para hacer las cosas mas fáciles, ideando un sistema de interpretación, en las mañanas tenía hambre, una hora después tenían que cambiarme el pañal, y si lloraba mas adelante era porque no podía conciliar el sueño. Jamás imaginaban que me molestaba la luz de burdel que veía brillar en un insulso aparatejo que pusieron en la cuna; que las sábanas me picaban, que la voz de la abuela me rompía los timpanos.... Tanta fue mi frustración que tuve que aprender a hablar en su idioma y olvidarme de la sencillez de mi lenguaje corporal.
Después de eso, las cosas parecieron hacerse mas fáciles, cosa que tontamente creí, pero sólo un rato. La gente hablaba de un sin fin de cosas, cosas que no conocía, usando palabras largas e impronunciables, que hasta me causaban risa a pesar de que los mayores hablaran con seriedad de ellas. Hablar de manzanas, perros, lápices, pelotas y muñecas ya no era suficiente; decir "mamá" o "papá" no causaba el mismo revuelo. Falta mencionar la sorpresa que me lleve cuando me enteré que había palabras "buenas" y palabras "malas", nunca supe que hicieron las palabras "malas" para ser castigadas y exiliadas de nuestras bocas. Tuve que aprenderme esas palabras y lo que significaban. Me sentí peor cuando me descubrí que no todo el mundo hablaba de la misma forma; además del español, estaba el inglés, el francés, el italiano, el chino y el japonés con sus dibujitos, el alemán, el náhuatl, el nosequé, el de la "f", y muchos más... Idiomas, lenguas y lenguajes había como habia gente en el universo.
Aprendi los que pude, para poder sobrevivir entre tanto palabrerio. Y seguía sin entenderlos, ni ellos a mí. Palabras como "alegría", "amor" y "felicidad" salían de bocas tristes; a menudo el "entusiasmo" estaba acompañado de miradas apagadas. Y entre mas decían, mas se me dificultaba contrarrestar su verborrea. Hablaba, y la gente me oia; le gustaba oirme tanto, que hasta me hicieron orador. Hablaba del amor, de la guerra, de la religión, de la música, de la enfermedad, de las computadoras, de los famosos, y al final todos aplaudían. Pero nadie me escuchaba, nadie respodía mis preguntas ni debatía mis ideas. Decía cosas buenas, cosas malas, palabras raras, comunes, vulgares, y todos reaccionaban igual, con palabras huecas o llenas de ignorancia o, en el peor de los casos, de indiferencia.
Asi de grande fue mi desesperación me decidi ponerme en huelga, ya no hablaría nunca mas, aunque me quedara mudo u olvidara cómo hablar. Si nadie me escuchaba, de nada valia la pena abrir la boca mas que para comer y bostezar. Ni siquiera abrí la boca al besar ni para gritar.
Me senti tranquilo, solo con mi silencio, sólo con mi silencio. Me dejó de importar lo que decian los demás, pues para mi, lo que me importaba ya estaba claro. Me desprendi del habladerio vacío y me conecté con ese silencio tan rico y profundo de mi mismo. Entendi que para los seres humanos, el vacío es insoportable, y que por eso contruyen casas, edificios, llenan los carros con hijos, los armarios con ropa, las oficinas con papeles, las camas con mujeres, los jardines con mascotas. Y al aire, ese gran espacio en blanco lo llenan de palabras.
Lo entendi todo y en mi silencio fui feliz. Pase mucho tiempo disfrutando de mis palabras, de mis discursos para mi mismo, hasta que un día me tope con una mujer, y en su rostro confundido y amargado reconocí sus gestos, la mirada perdida entre el mar de gente del que sólo me podía distinguir a mi. Se me acercó y con un aire de desesperación y vergüenza sólo preguntó:
- ¿Podemos hablar?

miércoles, 30 de abril de 2008

Afortunada en el amor, desafortunada en lo demás...

Hi hi blogamaniacos...

Aquí Gianna empezando lo que espero sea un interesante experimento, en el cual expresaré algunas de las locas reflexiones de almohada que originan muchos de mis debates existenciales.
En fin, comenzaré hablando un poco de mi, trataré de no sonar narcisista, pero al fin y al cabo este es mi blog, ¿no? Esta última semana me planteé la siguiente pregunta ¿la fortuna sólo puede sonreirte en una sóla cara de esta moneda de la vida?
Lo digo porque durante gran parte de mi vida, la parte donde la vida me sonreia era en la académica. No era una nerd, ni ratona de biblioteca; la verdad tuve el don de retener información con facilidad, nunca tuve que machetearme un libro en cada examen, quizá cada 6 meses, y ya. Mis notas eran excelentes, los profes me tenian estima, recibia reconocimientos, etc... Pero eso si, no me digan de mi vida social, aun lidio con mi personalidad introvertida e insegura, mis amigos, unas cuantas compañeras, porque tampoco tuve la paciencia de tratar con varones.
Conforme crecía, conocí otros ambientes, comencé a experimentar mas la libertad, pero como siempre, con miedo; hasta que me di cuenta de lo mucho que me presionaba y de lo poco satisfecha me que sentía por lo que al entrar a la universidad me prometí dejarme ser lo más posible.
He ahi que, después de un año de sufrir por un amor imposible, en menos de dos semanas ya habia conocido al que 3 meses después se convertiría en el novio que ha estado conmigo por mas de 4 años. Aprendi a mantener amistades más profundas, no temer abrirme con los demás, mas que mi amigos los considero parte de mi familia, hermanos y hermanas, primos y primas. El costo: ya no fui la sobresaliente, era el promedio de la clase. Debo confesar que mas de una vez, senti envidia de mis amigos por tener un mejor promedio, y culpa, al saber que lo podía obtener. ¿Cómo era posible que yo, que había alcanzado promedios de 9.9 a 10, no era ya capaz de obtener un 9? Me excusaba diciendo que era normal, la psicología era otra cosa, que debia reflexionarse mas y no memorizarse, pensando que no estaba tan mal que otros compañeros, que la materia era horriblemente dificil, que el profesor era un psicópata obsesivo que quería terminar con cualquier ser humano que deseara ser psicologo, que pasaba por un mal momento en lo personal; hasta que reprobe un curso. JAJA...
Eso si, en el amor no me puedo quejar, como decia Barry White, mi chico es "my first, my last,, my everything"; me saqué la lotería cuando ya ni esperaba sacarme el premio mayor y me conformaba con lo que cayera. Ha estado conmigo en las buenas y en las malas, y las crisis que hemos tenido han sido pocas, pero hemos salido adelante. Tenemos planes, muchos planes y aun tenemos mucho amor por darnos, sin embargo a veces me pongo a pensar: ¿no me sentiría mucho mejor al tener un buen trabajo, y no estar en el limbo profesional en el que me hallo?
¿qué tanto podré fingir que no me importa tener éxito en lo profesional, que solo me importa ser feliz al lado del hombre que amo? ¿qué pasará con ese amor cuando ya no pueda fingir, la frustración lo terminará por llenar de amargura y envidia?
Amigos, esas son preguntas que quisiera que no tuvieran respuesta....