Este fue el tercer vuelo que hago, uno corto en realidad: Aguascalientes - Cd. México, 45 minutos de contemplación aérea. De repente comprendí lo que siente Kami al sacar la cabeza por la ventana del coche. Puedes absorber la inmesidad del cielo (que daría por abrir la ventanilla del avión y no provocar su despresurización). No lo puedes ver todo, pero la sensación te consume.
Me encanta volar, pues ves el cielo pero al revés, y yo que tengo una fijación con las refracciones y las imágenes especulares, es todo un deleite.
Sobretodo me encanta volar, porque así pude evitar los ronquidos titánicos del chaparrito del asiento de atrás por 3 horas en el autobús.
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